domingo

- LA DURA OPOSICIÓN

Bien, antes de nada quería comentar mis inicios en este mundo.
Ni que decir tiene que siempre quise ser policía, estaba indeciso entre Policía Nacional, Guardia Civíl o Policía Local, pero finalmente me decidí por este último cuerpo.
Yo con 18 años decidí dejar de estudiar porque quería ver de lo que era capaz, pensaba que para volver a estudiar siempre había tiempo, y claro con 18 años y el bachiller terminado no tenía muchas salidas laborales, así que mi primer trabajo oficial fue en un puesto de gofres en la orilla de la playa.
Me pagaban 100.000 pesetas allá por el año 1999 y bueno para ser mi primer sueldo me parecía estupendo. Estuve todo el verano trabajando, gofres por aquí, gofres por allá hasta que se terminó y con ello mi contrato.


Mi siguiente trabajo fue en una empresa constructora en el Valle de Escombreras, gracias a mi padre que trabaja en otra empresa de contrucción.
Y bueno fuí pasando de empresa en empresa y ganando mi dinerillo, me compré mi primer coche, un Ford Escort, nuevecito y claro había que seguir trabajando para pagarlo.


Hasta que en el año 2003 trasladaron a mi padre a Barcelona y me fuí con él a trabajar allí. Después de 3 años allí y harto de trabajar 12 o 13 horas diarias sin ningún objetivo en la vida decidí volver a Murcia y buscarme la vida por mi mismo. Fue entonces cuando saqué el carnet de operador de grúa y seguí en la construcción, muy bien pagado por cierto, pero ya era distinto, ya tenía segundo coche nuevo, un piso a medias con la que entonces era mi pareja y eso había que mantenerlo, con lo que se iban pasando los años y mi objetivo se alejaba.


Hasta que un día leí en el periódico que iban a salir 500 plazas de policía local en la Región, divididas en 2 años, 250 plazas cada uno por el Plan de Seguridad Ciudadana. El primer año ya venció y ni me había enterado y empezaba el segundo año con lo que pensé que era ahora o nunca.
Así que mientras trabajaba, en la hora de la comida con mi bocadillo en una mano y los libros en la otra empecé a estudiar las oposiciones, pero claro, no era sólo eso, faltaban las pruebas físicas y yo trabajaba 12 horas. ¿De dónde iba a sacar el tiempo?.


Fué una decisión difícil pero dejé el trabajo y gracias a la ayuda de mis padres, el paro y el sueldo de mi entonces pareja pude ir tirando y pagando la hipoteca, a la vez que por las mañanas estudiaba y por las tardes iba al gimnasio o salía a correr.
Madre mía, aún recuerdo esas horas que echaba en la pista de atletismo, reloj en mano, cronometrando los tiempos y haciendo series sin parar. Días de lluvia, días de sol, días en los que estaba contento, otros deprimido, en fin hay que vivirlo. Y así durante 8 duros meses, momento en el que empezaban ya los primeros municipios a sacar las primeras plazas.
Recuerdo que el primer municipio al que me presenté fue Santomera, que nervios pasé la noche antes, no sabía que me iba a encontrar allí, era mi primera vez y sentía que estaba un poco mas cerca de mi objetivo.
 Primer día, las pruebas físicas, yo estaba preparado pero temía que los nervios me jugaran una mala pasada, muchísima gente y claro eso daba que pensar, que si estaban mejor preparados, que como iba yo a superar a tanta gente, se me pasaban miles de cosas por la cabeza y llegó mi turno, las dominadas. Dependiendo de cada municipio y las bases que publicara en el B.O.R.M. en algunos sencillamente superando el mínimo era APTO  o NO APTO y en otros una vez superado el mínimo era por nota, mejores registros equivalía a mejor nota para hacer media con los demás exámenes, en el caso de Santomera era la primera opción, eso me calmaba un poco.
Es curioso el cuerpo humano, en situaciones de estrés y nerviosismo no sientes dolor, cansancio, no piensas en nada mas que superar el objetivo. Me colgué de la barra y sentía como cientos de miradas se clavaban en mi espalda, cientos de personas pendientes de mi, me cerré en mi mundo y esperaba el pitido inicial para subir por aquella barra, todos mis músculos en tensión, no pensaba en nada, ni en mis padres, ni en mi pareja, en nada, sólo en hacer dominadas. Empieza el espectáculo, retumba en mis oídos el pitido y allí voy 1, 2, 3, me encuentro bien, 4, 5, 6, me siento fuerte las hago perfectas, pasando la barbilla por encima de la barra tranquilamente, despacio, sin prisas, 7 y 8, conseguido me bajo y suspiro profundamente, oigo la palabra APTO, bien, una cosa menos.
Mientras espero que toda la gente pasara por la dominadas conocí a un muchacho muy simpático, que me preguntó de donde era, si era la primera vez que me presentaba y me dió varios consejos que en ese momento le agradecí, mas que nada por ayudarme a tener la mente en otra cosa y darme un tregua a mí mismo. Ya hablaré de él mas adelante.

Las siguientes pruebas físicas fueron prácticamente igual que la primera, centrado en mi mundo y pasando poco a poco cada una de ellas. Lo único que me llamó la atención fue la prueba del kilómetro, espero que el que lea esto no se ría, pero ¿que podíamos esperar de una persona que se presenta por primera vez a unas pruebas físicas sin haber tenido nunca un entrenador personal?. Pues bien en la prueba del kilómetro éramos unas 30 personas a la vez por tanda, y claro, yo estaba acostumbrado a correr solo, entonces me surgieron las dudas de si me dejaba llevar por el ritmo del pelotón a lo mejor no entraba en el tiempo estimado o al revés, me reventaba y los últimos metros tendría que abandonar. Decidí imaginar que corría sólo y claro con la adrenalina y los nervios pues salí como alma que lleva el diablo, a los 10 metros ya iba primero a un ritmo muy alto y observaba que los demás de quedaban atrás. Que raro pensé, una de dos o ellos no entran en el tiempo y yo soy un atleta o algo estoy haciendo mal. Evidentemente fue lo segundo, empecé a notar a los 2 minutos que el ritmo que llevaba me estaba pasando factura, las piernas me dejaban de responder, me faltaba oxígeno, el pelotón se me acercaba muy rápido y aun quedaba bastante, decidí aguantar como fuera y poco a poco me empezaron a adelantar varios compañeros, recuerdo que la última vuelta casi la hago arrastrando sin parar de mirar el reloj y finalmente entré en el tiempo, pero todo lo que sucedió me hizo pensar que debía cambiar mi estrategia en esa prueba, no me fuera a pasar como el cuento de la liebre y la tortuga.


Se acabó, he pasado todas las pruebas físicas, mis primeras pruebas y las he pasado!!! sin tener un entrenador personal, sin tener conocimientos de entrenamientos físicos, nada de nada. No cabía en mi y cuando nos citaron para la siguiente prueba, el psicotécnico, cogí el móvil y llame a mi madre para decirle lo contento que estaba, era el primer paso para ser policía local.


Continuará...


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